Entre 2006 y 2007 el CONJUNTO ARTISTICO-MONUMENTAL SANTA MARIA DE LOS ANGELES en el BARRIO RIGUERO, MANAGUA, NICARAGUA, sufrió la más bárbara agresión por parte del Padre franciscano Roberto González Abodío de Guatemala que estaba a cargo de la parroquia..
E padre Roberto González Abodío, increíblemente contrario a la grande tradición pictórica franciscana que inicia con Cimabue y Giotto in Asís, sabía perfectamente que estas obras habían sido declaradas “Patrimonio Cultural Nacional” 2 veces: el 19 de Marzo de 1984 con la Resolución N.2 de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, y luego con la Ley N.90 de 1990 a firma de Daniel Ortega Saavedra, Presidente de la Republica, y aun con esto hizo de todo para destruir las obras, como si fuera un nuevo Torquemada.
Lo peor pasó cuando, en pleno invierno 2006 se le ocurrió quitar TODO el techo y cielo raso en los meses más lluviosos del año, dejando a la intemperie todas las obras de arte allí existentes (murales, esculturas, cerámicas y decoraciones)…… y pasaron dos meses a cielo abierto sin que ninguna institución tomase carta en el asunto. También desapareció o vendió todos los maravillosos tablones de madera maciza del cielo raso (que necesitaban solamente de restaurar un 5% de ellos y curar con barnices especiales) para sustituirlos con… efímeras láminas de fibrocemento Plycem….y de paso destruyó todas las decoraciones en los tablones, que eran parte importantísima del conjunto monumental. ¡Y todo esto sin los debidos permisos de la Dirección General de Patrimonio del INC, ni de los autores de las obras de arte!….
En estos meses habíamos creado un comité para la salvación y restauración de las obras dañadas, pero, a pesar de muchisimas tentativas para lograr un arreglo, el Padre Roberto González Abodío seguía con una actitud siempre más conflictiva, en contra de nosotros, de los feligreses que protestaban y de todo mundo y al fin la cosa medio terminó el 15 de agosto de 2007 con una “Demanda por Daños y Perjuicios al Padre Roberto González Abodío” depositada en la “UNIDAD ESPECIALIZADA DE PROPIEDAD INTELECTUAL DEL MINISTERIO PUBLICO”.
Parece que el Torquemada Roberto González Abodio al fin lo trasladaron a Matagalpa y luego quizás a su tierra guatemalteca. Al Riguero llegaron nuevos padres franciscanos, mucho más razonables y dispuestos al dialogo, aunque todavía no se decidieron a quitar las lonas que tapan los murales y a permitir el inicio de los trabajos de reconstrucción y restauración de todas las obras.
En el 2007 hubieron muchísimos artículos en los periódicos nacionales e internacionales y llegaron muchas cartas de protesta por el nefasto actuar de este padre guatemalteco, y entre estas publicamos hoy la del Padre Uriel Molina Oliú, que nos parece bastante significativa.
CONJUNTO ARTISTICO-MONUMENTAL
SANTA MARIA DE LOS ANGELES
BARRIO RIGUERO, MANAGUA, NICARAGUA
PATRIMONIO CULTURAL NACIONAL
¿Sera posible que destruyan los murales de Santa Marìa de los Angeles?
Padre Uriel Molina Oliù
Domingo, 13 de agosto de 2007
Se escuchan repetidas voces entre los parroquianos de la Iglesia del Riguero de que el Padre González Abodio quiere destruir los murales de la Iglesia. Constantemente se reciben manifestaciones de solidaridad de grupos de artistas de Italia y de Alemania que no pueden creer que se esté cometiendo un verdadero crimen contra el arte mural.
Cuando se terminaron los murales, visitó la Iglesia el Nuncio de esa época y me dijo textualmente:«se podrá discutir sobre su conveniencia, pero que se trata de verdadero arte, no existe la menor duda». David Kunzle, el famoso crítico de arte de los Estados Unidos, ubica estos murales entre los mejores de toda la historia del arte de América Latina y publicó un libro sobre ellos.
No han faltado gestiones ante las autoridades del Ministerio de Cultura para que se preserve lo que es patrimonio artístico nacional. En efecto, existe un Decreto publicado en La Gaceta que da a estos murales la calidad de ser patrimonio de la cultura nacional. No se escuchan voces de artistas ni mecenas del arte que levanten su voz de defensa hacia los murales.
En muchas iglesias de Nicaragua han existido murales. En San Rafael del Norte, el Padre Odorico d`Andrea hizo pintar grandiosos murales como embellecimiento de la Iglesia y en uno de ellos, por cierto, aparece su figura de sacerdote guía del pueblo. Recientemente se supo que en la Basílica de Diriamba había murales superpuestos, los de Fuchs y los de Peñalba. Que yo sepa nadie destruyó nada y el Párroco se portó a la altura.
Se argumenta continuamente contra los murales del Riguero de que son «políticos» y que, por tanto, son un obstáculo para que la gente exprese su fe religiosa. ¿Desde cuándo la política impide las manifestaciones religiosas? Ese argumento es apenas una media verdad. En Italia, en donde casi todas las iglesias ostentan murales, no se pudo prescindir de personajes o episodios que tuvieron relación directa con la política del tiempo y si hoy a alguien se le ocurriera borrar esos murales con el pretexto de que son políticos, Italia se quedaría sin pinturas y por consiguiente vendrían a menos las contribuciones que los millones de turistas dan para preservar y mejorar el arte.
Para los que ignoran la historia es bueno que sepan que en Roma se organizó la Inquisición, bajo la dirección de un fanático papista napolitano, el cardenal Caraffa (después el papa Pablo IV), cuyo lema era: «Un hombre no debe rebajarse mostrando tolerancia frente a cualquier clase de hereje, y menos todavía frente a un calvinista»; y también, «-si mi propio padre, fuese hereje, yo juntaría la leña para quemarlo». La nueva atmósfera de Roma era puritana e intolerante, pero no reformista. Se organizó el índice de libros prohibidos y hubo grandes quemas de libros. Se obligó a los judíos a usar la estrella amarilla; Daniel de Volterra, «el pantalonero», fue empleado para vestir los desnudos de la Capilla Sextina. Hoy uno puede admirar las bellísimas pinturas de la Sixtina, sin los velos que cubrían sus pudenda y se sigue celebrando misa en la Capilla, sin que el Papa ni los Cardenales sientan ningún escrúpulo al celebrar frente a los desnudos.
¿Por qué tenemos que volver entonces a un pasado oscurantista? Llama la atención el hecho de que ni el Ministerio de Cultura haga nada para impedir ese crimen contra el arte, ni en la Arquidiócesis o en la Conferencia Episcopal exista una Comisión de Arte encargada de preservar los monumentos artísticos. ¿Será posible que un fraile de Guatemala que nunca vivió los acontecimientos históricos de los años 80 se permita a título propio destruir la obra de un pueblo que supo plasmar su propio sufrimiento en esos murales?
Es necesario conocer un poco de historia. La Iglesia del Riguero se construyó en 1977 y con el triunfo de la revolución se pensó en colocar en sus paredes escenas del vìa crucis que es un motivo común en todas las Iglesias. Se hicieron reuniones continuas entre los miembros de las comunidades y, finalmente, se llegó al acuerdo de que había que pintar no un via crucis tradicional, sino el camino de la cruz de los que habían dado su vida por la causa de la revolución. Se debe recordar que sólo debajo del altar yacen más de ciento sesenta muchachos sacrificados por la Guardia Nacional.
Se pensó entonces en buscar a alguien que se hiciera cargo de las pinturas. En una de mis explicaciones a los turistas, dije que no teníamos a nadie que pudiera hacer esa obra y que costaba mucho dinero. Sentado en un banco estaba un hombre alto y, al parecer, insignificante. Cuando terminé de dar la explicación, se puso frente a mí y me dijo que èl podía hacer la obra sin cobrar un solo centavo. Era el gran artista italiano Sergio Michilini. Pusimos manos a la obra. La Iglesia se convirtió en una cantera de arte con la presencia de otros artistas italianos y nacionales.
Se concibió que la Iglesia representara la tienda del desierto para dar la idea de que la iglesia se mueve como la tienda del Exodo de un lado para otro.
En la cúpula se pintaron cuatro grandes llamas que simbolizaban el fuego que guiaba al pueblo en el desierto. En la puerta de entrada se colocaron las estatuas de Tamagastad y Cipaltonal nuestros dioses aborígenes, integrándolos así en el misterio del Cristo cósmico. Y comenzó a describirse el itinerario de lo que había sido nuestra historia desde la conquista hasta nuestros dìas.
A ambo lados de la puerta de entrada se pintó al cacique Nicarao, ofreciendo la paz y dones a los españoles, mientras al otro lado está el cacique Diriangén trabado en lucha contra el conquistador español y atravesado por una lanza.
Sigue un tríptico de Fray Bartolomé de las Casas, el defensor de los indígenas y a su lado está el Cristo Campesino cargando su cruz como hacen todavía hoy los pobres entre los pobres que no conocen otra cosa más que la cruz. Siguen dos apóstoles de América Latina, el Padre Camilo Torres, muerto en la guerrilla colombiana y el Padre Gaspar Garcia Laviana, muerto en la guerrilla nicaragüense. Ambos están al lado de una cruz que no es de madera sino de luz, sembrada sobre los cadáveres de los miles de jóvenes que ofrendaron sus vidas y que representa alegóricamente la profecía de los huesos secos del profeta Ezequiel.
Sigue Luis Alfonso Velásquez, un niño mártir de once años que murió a manos de la Guardia Nacional y que representa la lucha nicaragüense como el pequeño David que con su onda vence al gigante de tres cabezas, tal como está descrito en el Apocalipsis. Las cabezas representan a Hitler, Mussolini y a Reagan.
Al otro lado de la iglesia, hay otro tríptico, en donde aparece al centro la figura de Monseñor Romero, mártir de El Salvador, con una estola de sangre, celebrando su última misa sobre las víctimas de su pueblo. A su lado está el obispo Valdivieso, el tercer obispo dominico de Nicaragua que extiende sus manos para detener al invasor español haciendo suya la causa de los indígenas víctimas de los Contreras Al otro lado esta la figura de Monseñor Pereira y Castellón, que al ver que su catedral de León era mancillada por los marines norteamericanos, no titubeó en escribir una carta de protesta al Cardenal Gibbons de Filadelfia.
Sigue intacta la Purísima que fue respetada como símbolo de nuestra identidad nacional. Entre medio aparece el mural de Sandino enarbolando la bandera roja y negra y Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista, unidos por la tribu de Monimbò que corren entre los adoquines entreabiertos para ir a dar el mensaje de la buena nueva a Sandino que había deseado que las hormiguitas le fueran a decir que Nicaragua era finalmente libre. ¡Que Sandino y Carlos no merecen estar en un mural, ellos que son los protagonistas màs genuinos de nuestra historia!
Hay un mural del Padre Azarìas H. Pallais, nuestro ilustre poeta y enamorado de los pobres, vestido con un manto de profeta que le da un tono de dignidad a su persona. Nunca veo ese mural en los libros que se han escrito sobre el Padre Pallais. Sigue el mural de los Barreda, un matrimonio que cortaba cafè en el norte y que fue sorprendido por la Guardia Nacional, sacrificándolos en el acto. Llama la atención la inocencia de los Barreda frente a la ferocidad del ángel exterminador, la Guardia Nacional.
Recuerdo que quedaba un último detalle: cómo representar al Tabernáculo, en donde se conserva el Santísimo Sacramento. Michilini y yo leímos una catequesis de San Cirilo Jerosolimitano en donde se compara el misterio de la Anunciación con la Eucaristía. Se pintó en relieve la Anunciación y el tabernáculo fue presentado en la forma de un cirio que remata en dos manos que se unen y se abren para conservar el sacramento. Así se salvaba la devoción de nuestro pueblo que todos los jueves enciende velas al Santísimo Expuesto. Más tarde no se comprendió ese simbolismo, y los frailes se dieron a la tarea de construir una capilla especial para el Santísimo, como si hubiera necesidad de construir un lugar especial para lo sagrado y la iglesia fuera simplemente un monumento pagano.
Como se trataba de una iglesia franciscana, el pintor tuvo el acierto de hacer en relieve la figura de San Francisco de Asís con un guardabarranco entre sus manos, una interpretación original de la figura de Francisco. Al lado están los franciscanos que con piochas, martillos y serruchos construyen la Iglesia, evocando las palabras que el Cristo de San Damián dirigiera a San Francisco: «Va Francisco, repara mi iglesia que está en ruinas».
Y finalmente, toda esa historia vivida en la realidad, en donde si se quiere son poquísimos aquellos murales que puedan tildarse de políticos, confluye en el mural del ábside que representa la Crucifixión y la Resurrección. El misterio de la crucifixión y resurrección adquiere diferentes modalidades según las épocas en que se expresa. Estamos acostumbrados a ver al Cristo crucificado de los calendarios cursis, chele y con ojos azules y por eso nos choca que el pintor haya escogido la persona de un joven Nica que lucha por la resurrección del pueblo y que vuela sobre los aires, mientras el pueblo carga la cruz de cada día y las madres de héroes y mártires acompañan como piadosas mujeres el drama que se desarrolla en el mural.
El Cristo, interpretado a la nicaragüense, sube a los cielos inaugurando la fiesta de la Resurrección.
Se olvida que cada época histórica tiene su propia interpretación de la figura del Cristo. El Cristo bizantino, el Pantòcrator, no es el Cristo de Giotto, ni el de Velásquez, ni el de Salvador Dalí. ¿Por qué no representar ese misterio partiendo de las raíces históricas de nuestro pueblo?
Una barca con frutos de la tierra comunica con la Costa Atlántica. Cuatro mujeres superpuestas, representan la opresión de la mujer. La de abajo casi aplastada, mientras las otras se van levantando con gracia hasta que adquieren la delicadeza de baletistas que bailan la fiesta de la vida. Los niños vuelven a jugar en corro por las calles, mientras en tiempos de la Guardia estaban aterrados en sus hogares. Ahora todo es fiesta y luminosidad, triunfo de la vida sobre la muerte.
¿Y esos son los murales que quieren destruir? Da vergüenza verlos tapados con lonas y trapos y sustituidos por imágenes de mal gusto. A nadie impide expresar su fe en medio de unos murales que representan una historia de fe cristiana vivida hasta la sangre.
La revolución nicaragüense fue vista siempre con recelo por los espíritus conservadores, por eso también la Misa Campesina de Carlos Mejia Godoy fue prohibida en las iglesias, mientras obispos de la talla de Iniesta en España y Casaldàliga en Brasil, veían en ella la máxima expresión de la melodía autóctona que cantaba una historia, la más reciente, la que quizás no toque el corazón de las generaciones que no vivieron la revolución ni la tragedia de los mártires, pero que no es motivo para borrar un fragmento de historia que además es arte puro y de orgullo nacional para Nicaragua.
He querido contar esta historia como testigo que fui de la confección de los murales y con el deber que siento de que aquello que fue construido sobre los mártires caídos no se destruya sin ningún escrúpulo.
La Curia Arzobispal, la Conferencia Episcopal, el Ministerio de Cultura, los artistas, pintores, poetas y escultores están en la obligación de defender ese patrimonio que servirá de enseñanza para las generaciones futuras. Hay que quitar las mantas de los murales y dejar que las pinturas adquieran su primitivo vigor, mientras los fieles escuchan la Misa que es la misa de los que cayeron víctimas de la Dictadura Somocista. Ojala que el Padre González y los Franciscanos que tienen una tradición de arte en Italia y en Europa impidan que se cometa un crimen de lesa majestad.
Nota del pintor Sergio Michilini:
Febrero de 2016
URGENTE
A parte la falta de limpieza y de mantenimiento, a parte la necesaria restauración y consolidación de las películas pictóricas, a parte la reconstrucción de muchas partes que fueron destruidas en estos decenios, a parte la necesaria eliminación de las cortinas, lonas y estructuras que impiden la visión de conjunto de las obras…hay una URGENCIA ABSOLUTAMENTE PRIORITARIA sobre todas las demás urgencias:
SE TRATA DE LA ESTRUCTURA DE LAMINAS DE PLYWOOD DEL MURAL CENTRAL DE LA “RESURRECCION”….EN DONDE ES NECESARIO UN TRATAMIENTO ESPECIAL ANTI-COMEJEN EN LA PARTE POSTERIOR (se accede por una mini-puertecita detrás de la iglesia) QUE DEBERIA APLICARSE CADA 2 AÑOS…..Y QUE SON POR LO MENOS 20 AÑOS QUE NO SE APLICA.
OTROS ARTÍCULOS SOBRE LA IGLESIA DEL BARRIO RIGUERO:
Especial de los jesuitas sobre los murales del Barrio Riguero en Managua https://blogosfera.varesenews.it/la-bottega-del-pittore/?p=15249#more-15249
Luis Enrique Mejía Godoy y los murales del Barrio Riguero en Managua https://blogosfera.varesenews.it/la-bottega-del-pittore/?p=15344
Tamagastad y Cipaltonal en la iglesia franciscana del Barrio Riguero en Managua https://blogosfera.varesenews.it/la-bottega-del-pittore/?p=15270
Mas claro que asi, no canta un gallo, esto es politizado completamente, me parece que los padres Franciscanos están amedrentados por la curia y toda la cupula de arzobispos, no quieren saber de imágenes de la Revolución el mismo Gobierno se esta enterrando el cuchillo porque sin los principios sin teologia sin los menos afortunados no había revolución popular sandinista, señores pongan su barba en remojo.
Estoy sumamente triste, decepcionada que dejen la historia de un lado, los Murales del Riguero nos identifica, los jóvenes deben conocer Como y el Porque se realizaron, si el Padre Uriel Molina aún vive, Que hace? quien es el responsable, dennos una explicación solida, porque esto no es asunto solo de quienes hicieron los murales es de todos, basta ya de fanatismo y volvamos a recordar, no perdamos la memoria.