Resumiendo la aventura, para los que no supieron de estas tragedias o accidentes pictóricos que prácticamente no interesaron a nadie más que a mi esposa y a unos pocos amigos admiradores de mí clavo profesional.
Todo inició en el 2013 cuando se me ocurrió la idea de pintar a Rubén Darío en medio de los poetas franceses que lo inspiraron para escribir su obra maestra juvenil AZUL,
con cisnes, palomas, nubes, formas y emociones que surcan los cielos: una idea, como acostumbramos, totalmente alejada del “pensamiento calculador” de nuestro querido Heidegger.
Los poetas representados son los mismos que describió Darío al referirse, en “Historia de mis libros”, a la génesis de “Azul”, de izquierda a derecha en la pintura: Théophile Gautier (1811– 1872), Gustave Flaubert (1821-1880), Rubén Darío (1867-1916, Catulle Mendès ( 1841-1909), Paul de Saint-Victor (1827-1881) y, sentado en el centro Victor Hugo Victor (1802-1885)
En este 2022 se me ocurre otra vez desafiar el masificado “pensamiento calculador” (a pesar de mi esposas siempre más preocupada de no “calcular” el techo de la casa que se nos está cayendo encima)….. se me ocurre retomar el DARIO AZUL, que estaba pictóricamente bastante flojo (a nuestro juicio clandestino).
Es así como revolucionamos el “AZUL” de Rubén Darío en el arrepentimiento pictórico de 2022.
Ya la primera versión de 2013 no existe más.
Ahora la obra es vertical y convincente….aunque bastante vieja en su post-vanguardismo.
Pero si…a pesar de todo la sentimos como nuestro hijo legitimo del que no nos separaremos si no que por emergencias de “seguridad nacional” de nuestra familia.
Bueno pues. El cuadro arrepentido, renovado y dignitosamente vertical (aunque medio-viejo tambien con respecto al transmodernismo de nuestro Enrique Dussel) lo presentamos a la exposición de artes plásticas en homenaje a Rubén Darío en el Teatro Nacional de Nicaragua.
Pusieron la obra medio escondida porque ”no va muy bien que se diga” con respecto a los esquemas y cánones del sistema de arte contemporáneo, y justamente nadie le puso el ojo
Pero ni modo, estamos vacunados. Y más bien se me explota el verde……en los días mencionados mirando nuestra gran arte del pasado me topo otra vez con el verde que siempre se me disparó desde cuando he empezado a pintar…estos verdes de Giorgione, de Tiziano y sobre todo el Giovanni Bellini de “El festín de los dioses” que es un óleo sobre lienzo datable en 1514 y conservado en la Galería Nacional de Arte de Washington.
Allí hay verdes de todo tipo, que sobresalen de un azul que no puede ser más que el azul de Ruben Dario. Pero los verdes y los azules hubieran sido puro ruido si no estaban todas estas figuras cálidas y doradas que son los dioses.
En pinturas los colores en si no valen nada si no juegan con los contrastes necesarios para crear armonía.
Sigo viendo imágenes en el Google y me encuentro mis viejos amores de Cezanne verde, Picasso verde, Chagall verde, Gauguin verde…..aaaaaaahhhh digo…..voy finalmente y por primera vez en 74 años a pintar un cuadro verde!
Y que pinto verde?
Pues, el Azul de Ruben Dario que allí esta, y que no interesa a nadie: esto es el tema más libre y desvinculado de cualquier posibilidad de “Pensamiento calculador”.
Y, además, Ruben Dario era muy verde con respecto a su primer libro AZUL.
Y aquí esta, el “Azul de Dario verde”, para todos los verdes de corazón, que quieren iniciar el eterno inicio del todo, que es la única salvación del arte y de la vida.