Casualmente acabo de terminar este cuadro de San Francisco de Asís propiamente en estos días, cuando Nicaragua necesita más que nunca un mensaje de paz, y el «Pobrecillo de Asís» es el hombre de paz, que conmueve todavía hoy en día por su capacidad de reconciliación con todo y con todos.
Como el anterior boceto de San Francisco de Asís, que pinté hace un par de meses, este también está directamente inspirado a las pinturas del maestro Cimabue en Asís, que se suponen sean los únicos retratos verdaderos de San Francisco. Solamente he buscado actualizar un poco la imagen a nivel pictórico.
De pie, la figura entera, con el libro de la Regla franciscana o la Biblia, con aureola dorada y estigmas (que no he pintado, porque no me “funciona” pictóricamente).
Cimabue, detalle de LA VIRGEN EN MAJESTAD Y SAN FRANCISCO , 1285-1288, fresco en la Basílica inferior de Asís
Cimabue, SAN FRANCISCO, 1290, tempera su tavola, 107×57 cm, Museo della Porziuncola, basilica di Santa Maria degli Angeli ad Assisi.
A diferencia de estas dos pinturas mias, iconográficamente inspiradas a las dos de Cimabue, como un retorno a los orígenes del arte moderno de occidentales, hace unos 7 años pinté un pequeño políptico dedicado a Santa Clara y San Francisco de Asís,
de manera totalmente libre y solamente inspirándome a su poesía y a su región, Umbría, que es todavía hoy una de la más bellas de centro Italia. Este políptico pertenece ahora a la preciosa colección del Padre Miguel D’escoto Brockmann aquí en Managua.
San Francisco de Asís es mi santo preferido y lo he pintado también en obras mayores, como en el ábside de la iglesia de Bergoro en Italia al lado de la crucifixión con la técnica del “buen fresco” y lo he pintado también en el tríptico a el dedicado en la iglesia Santa María de los Ángeles en el Barrio Riguero en Managua.
Esta obra, que es Patrimonio Cultural de Nicaragua, se ha vuelto famosa en el mundo por tener ya casi 30 años de censura, escondida con lonas por una jerarquía católica preconciliar e de ideas todavía coloniales.
Todas mis pinturas dedicadas al “poverello d’Assisi” puedo decir que están inspiradas en la bella apreciación de nuestro Papa Francisco: “Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación; en este momento nosotros también tenemos una relación no tan buena con la creación, ¿no? Él es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre …¡Ah, cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”